Las plantas crecen sentadas, todos los días atrapan la cal y los brillos y estropean el azul del cielo con un verde, con un neon verde que se ríe. Lanzan el hacha y parten a un pájaro por la mitad, después a una nube.
Por la noche se cuentan secretos, con la piel erizada de miedo, respirando al revés. Esperan en círculo, se meten la tierra en los ojos para recordar el sonido del alba pasada. Son pequeñas en la noche, y llenas de duendes. Sacan el paraguas en círculo, y esperan, enfurruñadas.