No vengáis, ya es tarde, la música queda lejos,
va depositando su madera diminuta
sobre el nuevo fuego.
Los abrigos indican urgentes la noche,
como relámpagos de humo abren sus ramas
sobre los espejos cóncavos del frío.
Mínimas multitudes
van arrancando
con
sus
misterios
las primeras arañas de lluvia.
Música que nunca vuelve,
ni aun cuando su gato rojo vierte maullidos
de caléndulas sobre los juegos de tiza.
¿Cuándo volveréis?
Pero no, no vengáis ya, ocupaos en el eco,
pedid al tiempo, estad presentes.