El pequeño animal paseaba por el tiempo con la cabeza eterna, saludaba sin melancolía el paso de los años, la tormenta de arrugas, el sibilante canto omnívoro del futuro. 'Me recordarán por mis dudas' - se refería, claro, a su pasado.
El pequeño animal era como un rasgo de la matemática que había quedado disuelto en un vacío alegre de la naturaleza. 'Sonrío como sonríen las palabras de las flores en el eco de la belleza'.
Daban ya las doce del mediodía de la Humanidad.
Se sentó, o se posó, o se dejó llevar por la corriente.
'Un pequeño animal' - pensaba - 'en la mitad de mí mismo'.
Saludó, saludó, y saludó, y salió como una mirada luminosa, contando piedras, o erizos, o nubes.