A.E.I.O.U.: Claire D'Automne, Un Segundo
Una mañana en la noche, Claire D'Automne revolvió cajones de pérdidas y encontró un calcetín en el que sonaba la candorosa petición de un duque: 'Ábreme la yema de tu espalda, Claire, y seremos herederos del mar'. La marquesa, que aspiraba, sin saber por qué razón, a ser duquesa, y el mar, que aspiraba a ser tecla de piano de batalla, le discutieron la frase. Claire, desde el presente y con una aguja no tan larga, pinchó todos los globos y salió a cenar.
Durante la cena, efectivamente, se volvió a encontrar con aquel duque, se encontró de nuevo con la marquesa y con un brazo de mar. De un remolino salió la luna. Observó a Claire. Observó al duque. Observó a la marquesa y al mar entero. Pinchó todos los globos, y salió a cenar.
Durante la cena, la luna se encontró con Claire. Se miraron en el mismo espejo y sonó una campana. De la campanada salió el sol, que las dejó desnudas. De los desnudos salió un sombrero, y del sombrero un alfiler.
Claire tomó el alfiler y cosió el calcetín. Ya era hora de ir a dormir.
Por la mañana en el día, el cielo atardeció lleno de globos. Claire se fue a volar con ellos, montada en un par de medias.