Hospital
Una sombra de lirio y los cristales
como jazmines desollados atrapan
en sus vientres el delirio del otro lado.
Enormes pájaros cantan por los pasillos
del hospital, y van cayendo como cal
sobre las cámaras de sangre.
Ser esto y después lo demás, esperar,
la tranquilidad aherrojada camina
sonriendo, dice cosas a las vitrinas
que tiemblan,
a los reflejos de luna que trepidan
en los fluorescentes. Vieja espera,
anterior al tiempo. Elementos que
salpican una muerte de aluminio. Y
en esa lucha, cualquier lucha.
Ocurre en la tinta del brazo, en las
gasas apagadas por la fiebre, en la sensación,
en la herida quemada. Tantas sugerencias
hechas al silencio. Verter la llama
en los ojos, como un pequeño velero
que se escapa en la cirugía. Verterse
entero como un volcán en la rugiente
seda de los milagros.