Malvarrosa (Trad.)
Eran veranos de espuma y mar abierta,
eran otros veranos empapados
de azul y otras manos.
Aun existe el rincón de los versos
en ésta playa
y los meses han domado
el muelle de cantos rodados
los juegos de todos los perros
y la danza epitelial de la memoria.
Abril gime abierto en las olas
y no hay himnos que suenen plenos.
La luz va ganando la batalla a los días
y el olvido hiere la flor y el salitre
de todas las miradas y canciones.
Ninguna soledad más absoluta
que la de pensar que no existíamos
y que nada perduraba,
ningún naufragio ahora mismo
me aterroriza más:
muere el deseo en los pliegues de arena
y se levanta la noche en un vuelo
sin retorno.
Traspasa el ruido la voz de los sentidos
y la memoria se convierte en reloj
de playas y cuerpos,
rítmica hambre de la creación.
Después de ésta alegría de palabras
y poemas circunstanciales
la verdad hace rechinar la alegría
de las acacias frías
y la espera ya no tiene connotación
de lenguaje asesinado,
de lenta ciudad sin mejillas.
Revive la trayectoria del gesto
y la nada es semejante
a la inocencia de islas desnudas
de olas intermitentes
y sur.