Ya sé que esto no es así siempre, pero yo voy mucho más lejos
Entre la uña y la carne ya no hay países silenciosos,
y por eso las palabras se disuelven en los espejos
cuando vamos pasando de los ojos a la mirada.
Una rosa araña la tela metálica de las habitaciones iluminadas
entendiendo el horror que reverbera a su lado
(es decir: su belleza está sola en el azul intenso de la noche).
Acabar con el sonido de la sangre,
con la ceremonia de los ojos de vidrio y la telepatía.
Sucumbir a los gestos desnudos
de los que nos han encontrado en los toboganes,
en la música, en los laberintos.
(Esperas que valga la pena ser feliz).