Y nos atacarán por la poesía
en nombre de la ciencia.
Y nos atacarán por ser nosotros
(¿quién lo iba a decir? nosotros)
y por seguir vivos.
Y atacarán a nuestros padres
por ser nosotros aún.
Y nos atacarán por el ruido
en nombre del hierro.
Y por el tiempo que pasaron sin sangre.
Y nos atacaran por no entender que nuestra mano
estaba bajo su mano
entre las sábanas
esa noche
en la que le unimos al silencio un grito
para que no doliera más.
Y nos atacarán sin pensar,
aplastándonos la cara contra su espejo cansado.
Y nos atacarán
porque entre tanto los ojos del miedo
ni se sabe cómo los arrastran
hacia el fondo del carbón
para devorar su vida con calma.
(Y no hay más).