'El tiempo no había pasado por aquella casa de señores rodeada de árboles centenarios, coronada de chimeneas, con tejados y terrazas, acogedora como Teresa... Teresa allí, sentada a contraluz, nimbada de claridad gris, inmóvil como si escuchara la lluvia. Estaban el uno frente al otro, sin reprobaciones, con una especia de alegría ahogada. Dios mío, tanto sufrir, ¿para qué?. La vida estaba allí, rallada de arrugas, con las manos temblando ligeramente, aún cargadas de brillantes, con los ojos llenos de inteligencia y de espera. 'Siéntate'. Eran medio extraños y medio conocidos, con las palabras de amor más allá del tiempo como impactos de metralla en una pared cansada.'
Escrito por U U a las 21 de Octubre 2013 a las 09:05 AM