13 de Mayo 2014

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'Iban allí cada tarde empujados por una especie de necesidad. Era como si el agua sacara a flote y echara a navegar unos pensamientos que estuviesen varados en tierra firme y sus cuerpos experimentaran así una especie de alivio. Primero, un latido de color inundaba la bahía de azul y el corazón se expandía con él y el cuerpo nadaba hasta que lo frenaba y congelaba la punzante negrura de las olas alborotadas. Luego, casi cada tarde, brotaba irregularmente de detrás de la gran roca negra un surtidor de agua blanca, que siempre se hacía esperar y era digno de ver; y, mientras esperaban, veían cómo las olas arrojaban una y otra vez sobre la pálida playa semicircular una fina capa de madreperla.

Ambos sonrieron. A los dos les embargaba la misma hilaridad producida por el ir y venir de las olas y por la veloz y cortante carrera de una velero, que, después de sajar en curva la bahía, se detenía estremecido y arriaba velas; y por fin, llevados por el instinto natural de completar el cuadro tras aquel rápido movimiento, ambos contemplaban las dunas a lo lejos, y en lugar de alegría sentían una especie de tristeza, en parte porque todo había terminado y en parte porque los paisajes contemplados desde la lejanía parecen sobrevivir un millón de años (pensaba Lily) a quienes los observan y comulgar ya con un cielo que contempla la tierra en completo reposo.'

Escrito por U U a las 13 de Mayo 2014 a las 06:14 PM
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