Lo primero es mirarse al espejo
y aplicar contención
para evitar buscarse huellas,
fijar la atención
en lo que ocurre en segundo plano.
Lo segundo ajustar
la suavidad del jabón
a la piel y quedar libre
de los rastros de la noche.
Lo tercero hacer como
que ahora sí miro
pero sin tocar
lo que he arrancado antes
(es mejor que no vuelva,
y seguir el agua
que ensució las manos
no llevaría a ninguna parte).
Lo cuarto
resistir bajo la presión de la sal
que quiere sus olas,
mantener la herida abierta
fuera de mí,
hidratarme y brillar
hasta que finalice
la pequeña cuenta atrás
que propongo
como salvación
de este día tan hermoso
de verano.