La palabra
sin sonido,
donde la boca
duele.
Se suelta un hilo,
se retoma.
El malestar
se aplaca.
Por un hilo,
por un sueño.
Vuelve la paz,
vuelve el sonido
a los labios
que se despliegan
por temor
a perder el hilo.
Pero el hilo
pende de un solo labio
ahora.
El temor
viene y va
pero finalmente
el sonido
crece,
y traza el vínculo.
Dentro, se apacigua.
Lo escrito
cruje en la memoria.
Lo leído.
La lluvia
distrae
por un momento.
La ventana
escribiendo,
narrando.
La tarde se cierra,
la boca abrevia.
El sueño
acude
aliviando
los labios.
Ya no hay miedo
a perderse.
Las sábanas huelen
a ropa recién almidonada.