Aunque apenas alcance
para llenar el espacio vacío,
una hoja que cae
es suficiente para ocupar
lo que no estaba
en la corriente del río.
Detenida por el agua,
avanza.
¿Avanza o se detiene?
Ambas cosas.
También con ella
se detiene y avanza
la mirada.
Y el pensar.
Entonces llega algo de viento,
y todo se confunde.
Demasiadas hojas
dando vueltas
en el aire.
Ni luz, ni oscuridad,
solo el sentirse incapaz
de hacer de los rostros
un árbol, o de sentir
que podríamos haber sido
otra cosa.