Amapolodromo

'Aprovecha el día: recuerda que eres mortal'

Un picnic bajo los árboles, la luz
filtrándose en planos, recortandose
como un baldaquín. Un fuego se encendió aquí
hace un mes, desde que llegué
lo veo ardiendo.
La naturaleza de los hechos rozándose
contra nosotros como las hojas
de los álamos se rozan entre ellas
en una arboleda tallada con las iniciales
de la gente del pueblecito extraño
que los excursionistas solo visitan para
llenar el depósito de gasolina. Los mensajes
traspasan las fronteras - el agua
atraviesa el tallo de los girasoles,
la gente que confunde claridad con certeza
no aprendió que escuchar no es empezar
una traducción, que no es el habla
la voz que echamos de menos, es algo más profundo
que vive dentro de la garganta.
Ahora, desde el principio, recito
el alfabeto de todo
lo que debí querer, vajilla de plata,
una esposa, una casa en la que vivir
como en un castillo, pero yo 'quería fama
entre los valientes'.
Una noche de otoño bajo la luz desierta:
los camiones tallando pasillos de aire
con sus faros en la autopista
a intervalos que solo los insomnes
pueden medir. Constelaciones tan limpias
que muestran las posibilidades negadas.
Hablar sobre filosofía
no se parece a una comida
pero puede devolver al cuerpo
a ese estado de fantasía
en que vivimos unos segundos
justo antes de caer dormidos.
La noche nos reduce
a nuestros elementos.
Quise agua, y cualquier cosa
que encontrara en mí sin nacer
y me obligara a seguir vivo.