O dragones. Y en sus alas de escarcha el merodeo de los largos dias de estio. Y en su dracma la efigie de Paris. Y en la mirada de salida el loco frigio que mentia palabras de metal para anillar el amor, y en el amor un lince. O dragones, la salvia crece en los jardines sin dueño, en la dolorosa recreacion de la naturaleza que aparece en la yema de nuestros dedos. No pertenecemos, solo estamos. Pasamos con los labios de aire, con las manos de aire, con las creencias de aire. Y no permanecemos, nuestra mirada no es un monte ni un rio. Nos vamos, con una caricia o un vapor. Y miramos un poco extrañados, mientras nos vamos, como no sabiendo de que iba todo aquello de la vida, sin aquella luz, sin el agua y los labios en que estuvimos solos...
Escrito por U U a las 27 de Marzo 2005 a las 02:45 AM