Ya no solemos hablar
de espejo a ojepse
con el humo. Se nota en la cal que la humedad
cometa sin refugio blanco
expira y exige el remoto paseo sobre el caballo
de las estrellas. De las estrellas al precio del deseo.
De eco
a eco
con las manos brillando.
Con águilas en los ojos.
Si ese día bebiera
el mundo
Si los lagos dejasen cisnes sobre su cima de espejo
a espejo
los cisnes blancos de las nubes en lugares
donde todo lo que nace
es de terciopelo. Si los caballos
crearan con sus pezuñas el oro que ha de endurecer
los labios de los amantes.
Si la belleza tuviera otro nombre, y al llamarla tú te giraras.
Y comprendieras nuestra sublime vanidad,
que
es el
deseo...