Esa Navidad, con las ancas saltando como
anfibios puros de nieve
los charcos de la ciudad en llamas Edison
me llamaste desde muy adentro y sentíamos
no sé si lo mismo
pero tan parecido
que quizá
quién sabe
se parecía realmente
y nosotros así lo creíamos
pues nos besamos
calles enteras, aviones enteros,
nos enviábamos amares
que se enredaban en las líneas
rojas de las callejuelas.
Sonaban los timbres
y algún claxon mientras oscurecía
yo te decía cualquier cosa
al oído o no y sin
casi sombra, ya casi no teníamos sabor,
la muerte no pasaba su lista rota
a aquel día.................todo moría lejos
como las playas indias
pero aquí tan cerca como ahora
nos besábamos con manía centrífuga,
sumábamos misterios a nuestra demanda
de felicidad y olas de asfalto
nos acunaban
o eso creíamos
aquella Navidad maravillosa, tan tardía,
tan casi de verano,
cuando los Reyes Magos, en camiseta,
nos dejaron el primer regalo.