25 de Julio 2006

En el promontorio

Asciende hondo a la vida, han encendido luces
en las nubes,
y la piel anónima, casi intacta, también se ilumina.
El gesto infantil es como un paso amable
hacia el abismo. Bosques sin aire,
la enésima advocación de la culpa. Sin pájaros
el viento se pierde, sólo el olvido
aún despierto abrasa los cuerpos.
Han empezado ya a habitar las sirenas
la carne de las olas, su resplandor hierve
en las ventanas como una manzana robada.
Sus cráneos,
crímenes eternos del mar,
sus ojos de pez muerto,
también los guarda el olvido.
Todo se oscurece en el débil corredor de la memoria,
incluso la muerte, cuando el silencio se consuma.
De aquí, soles olvidados, hasta el sueño
y el rumor empinado de las pieles en el laberinto
llegamos. Espesos como el carmín
de los labios inmóviles sobre los que creamos
heterónimos de los espejos.
Y felices ya,
con la nieve de lo amado
descendiendo como un premio por la herida.

Escrito por U U a las 25 de Julio 2006 a las 08:58 PM
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