18 de Agosto 2006

Pecera

La alcancía de agua en la penumbra,
observas como si estuviera lejos su trama.
Son siglos de ojos.
Visitas al balneario, sus vidrieras
han detenido a
las rosas, por eso ya estuvimos aquí,
rememoramos otra lluvia.
Goma de mascar, el zumo de una manzana,
eliminar los instrumentos de juicio
y en su luz abisal obligarse a temer a los peces.
Tan rápido trepó la hiedra la espalda
y la visión del alma. Sobre su epitafio diáfano
de espejos verdes, algo imprevisible repta. La hierba artificial
sepulta manos casi azules, prendas
blancas jugando
entre fantasmagóricos helechos.
Como guantes en busca de la sed,
como laberintos, los peces trazan su camino de agua
sin dejar otra huella que el inaudible canto
de los que se observan.
Invadido, el silencio destila flores
cuyo perfume nos ata para siempre
a los momentos que desaparecen.
El pez tigre esperaba, esperaba agotar un segundo
porque advirtió nuestras sombras mirando inmóviles
su inmovilidad,
pero ya da una vuelta hacia arriba,
borrándolas con un hilo de agua.
Miramos los muebles.
El polvo no es más que agua,
residuo al fin y al cabo de nuestra presencia.

Escrito por U U a las 18 de Agosto 2006 a las 07:38 PM
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