La vida cotidiana es también un cisma,
una declaración de memoria pasada o futura,
de como fuimos o vamos a ser varios años
insensatos.
Más tarde (esto siempre), corregidos y en grupos
de siete u ocho, sin el encanto
del desencanto iremos apareciendo
por separado en la vida de otros.
Nos sucede lo cotidiano tan a menudo
que ya todos saben donde encontrarnos.
Aunque cuando se vive así,
tan empedernido y a deshoras,
entre mundiales avisos de deshaucio,
uno siempre piensa que lo mejor
está por venir
yéndose.