1 de Agosto 2007

Luiperin, AEIOU no existió siempre

Ese día, entre las piedras marrones, Luiperin encontró una zapatería de ogros. Estaba llena de caballos bastardos, niños huérfanos con ropas del medioevo, cabras con piernas humanas... ' llena de vida', pensó. Se iba consumiendo con cada mirada a través de la piedra transparente del escaparate. De niño, sus pesadillas le contaban como un hombre rubio, de ojos puros y azules, alto como un elefante, le amenazaba con su suave voz. Salía de sus gruesos labios un pequeño mantra que le horrorizaba: 'Únete a nuestros 10 millones de clientes'.
Ogros, en su mundo azul de piedras tejían carnes azarosas, y su hilo era la memoria de los que buscaban la Gran Felicidad. Un estigma verdadero, un lugar deseado. La minoría siempre existía, era un destino lógico.
Pensaba Luiperin en la belleza del hombre rubio, en la falta de honra hacia sus antepasados. Toda aquella belleza en un solo hombre, y tantos seres necesitados, sin ninguna flor a la que acudir.
Recordaba una noche en casa de Atlas, observando como sostenía el mundo en una habitación rodeada de espejos. 'Todos esos reflejos son reales'-decía Atlas- 'sin ellos, yo no existiría, otros mundos no podrían existir'. Aquella noche soñó con el hombre rubio.
La zapatería de ogros, sin puertas. Con vida. El hombre rubio, un sueño. Sin vida.
Pero, ¿y él mismo? 'Luiperin, ¿quién me puso ese nombre?'
Las piedras se abrían a un lado de la calle. Bajo un saliente vió el balcón de su casa. Alguien esperaba bajo. Alguien como él. Se fundieron al verse. Dejó de pensar en todo aquello. Alguien como él también.

Escrito por U U a las 1 de Agosto 2007 a las 11:38 AM
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