4 de Agosto 2008

Artículo X

La materia de la que están hechos los mártires suspira en el asfalto dorado del verano, tierras baldías y animales moribundos, llenos de sed, se arrastran entre los remolinos inanes del aturdimiento. Laberintos entre las zarzas, hijos nonatos, tormentas de azabache, los ríos manan soledad, la pereza de la ciénaga olisquea la disfunción de la belleza allí donde se pasean los árboles inútiles del destierro diurno, y cantan como si un niño con caramelos envenenados en la boca llamara a sus padres, y el cielo se viniera abajo como una burbuja de sangre y trajera la noche más impasible, los dedos más húmedos, la llama oscura de un mundo inmóvil. Heliotropos obstruyen la entrada al corazón, dulce hierba fresca calcina los zapatos, los remienda, los prepara para el paso en falso, para la cáscara rota y el zarpazo de las golondrinas. El campo es invisible, inenarrable, independiente, paralelo. La espuma en las fuentes se llena de manzanas, los pueblos desaparecen en el viento, un torrente de ropas negras ejecuta a los caballos. De nébeda es la sombra de las murallas, fresas en las plumas de las palomas, asteriscos en las ventanas y el brillo de cien cuervos que recogen el esmerado tul blanco de las lágrimas. La mente está en un espejo, el trofeo es una seca alambrada entre las nubes. Palmo a palmo la nieve se seca, los fuegos tiemblan, abajo hay dulzura, hay terribles moscas paladeando el sufrir, la vergüenza. Hélitros en los ojos, pestañas en las caderas, ramas de bronce atravesando las espaldas. Paisaje horizontal ,todo se tiende como una lámina irisada, como una mano muerta. Lamento y herradura, la boca cimbrea como un puñal de saliva, se tuerce el pico del ave maestra, del ala universal que devora el arco iris, que despeña las esmeraldas, que como un cuerpo desnudo y muerto traza una tierra en la otra tierra y luego en el mar, alga de los insectos , madrépora virgen y ya exhausta. Una estrella de mar se pierde en nuestra boca, un animal levanta la arena del fondo del mar. La ternura de olas es como el cabello, e inunda las esferas titilantes de los relojes, arremete contra los miles de agujeros que forman el dolor de la piedra, se remonta a su propia espalda y tiñe de velas un horizonte que pervive por las mañanas en todos los violines.

Escrito por U U a las 4 de Agosto 2008 a las 03:36 AM
Comentarios
Escribir un comentario









¿Recordar informacion personal?