Abría la puerta que daba al patio y escuché los gritos y vi la pelota amarilla y me lancé tras ella y al cabo de unos minutos me tocaste me tocaste y me apartaste como un cielo de carne y me subiste a los ladrillos rojos de la escalera grande y me peinaste y yo te miraba no sé si sonreía y mi sudor suave se deslizaba por la palma de tu mano así es como lo que se esperaba desconocido se reconoce pero no esperaba tanto de mí te soplé dos o tres pelos de la nuca que se habían quedado pegados al cielo y me besaste la frente por primera vez toqué tus piernas y subí la mano sin miedo sin miedo en mí porque sabía que tú sabías que no sabía nada que no buscaba nada apenas la nieve quizá una abeja de algodón quizá tus dedos apartándome suavemente y tan pequeño tan perdido tan canalla tan fuerte tan solo tan poseído por las acacias de tus manos temblaba mi aullido de flores mi superficie trágica y todo lo que había dentro era tuyo como un espejo eras como un espejo eras la lluvia de los veranos en las calles de barro eras el puente soñado de los nenúfares eras una espita el cloroformo las arrugas la naúsea pero eras una niña que sonreía y me sonreía a mí en el principio de la vida en el fragor de la batalla tu falda apretada contra mi corazón nunca dijimos nada y aun así eramos culpables porque éramos dos niños dos instrumentos dos cielos sin nubes dos esperanzas.
Escrito por U U a las 10 de Marzo 2009 a las 11:32 PM