Llueven heridas sin piel
de abajo a arriba de mi espera
éste miércoles de cualquier siglo
aún sin luna.
Navego sobre indicios de luz marina
y apago el lago sediento
de las palabras oscuras.
Se llenan de naranjos
los correlatos del sentimiento
siguiendo un camino
de lentos desnudos.
La risa de tus dientes
(creo)
se parece a la hierba fina
que crece junto a los rayos
y me acerca al tacto amoroso
del segundo septiembre
de las violetas.