Apertura Del Paraíso (V)
Resolver la tentación de tus manos perennes exagerando la luna y la selva en el recuerdo de tu pelo desciende nadie engulle las carnes podridas de la Historia en las geografías confusas de las sombras somos tan reales que no comprendemos las temblorosas razones de nuestros padres somos un lápiz clavado en la garganta una bisagra que chirría al llegar tarde a casa escribo en la libreta a la velocidad a la que mi corazón roza tus mejillas con el olor a tinta azul de la inocencia saturándome de falso carmín de kiosco no puedo dormir no duermo junto a ti a la misma hora nunca nos diremos te quiero sabiéndolo juramos al salir de clase una esfera de cisnes sobre nuestros cuerpos pero llegará un hombre atado a la desconfianza con raíz de serpiente enormes manos de tiempo la llamada de teléfono demasiado tarde en la noche la cámara heredada que nos hará crecer como hormigón rubio el primer trabajo de siempre a siempre y su día a día y todo lo que sonriendo aceptaremos con la necesidad añadida de sobrevivir a nosotros mismos y nos recordaremos obscenos en las cenas de los sábados reiremos no cara a cara sino junto a algún desconocido como si ésto les estuviera ocurriendo a otros pero el celofán es tan rojo hoy tus zapatos jamás veré unos tan bonitos y yo me pierdo contigo en una quimera de agua de gatos aleteando en los callejones tu belleza es el ritmo de mi espada de madera tus pasos la esencia de los caminos jugando a las máquinas te miro como si nunca hubiera empezado a mirar tus trenzas tu espalda de azahar me miras como una ola de algodón sin saber bien qué hacer como besarme mirando tocando deseando no saber no querer no ver como van vestidos los mayores flirteamos con lo inaudito en la arena de una playa de ciudad y tú dices entonces ámame con tu aliento de naranja ámame ahora y no sabré que no te equivocas que cerca rondan nuestras últimas palabras de amor nuestras últimas certezas nuestro último paraíso.
Reconocimiento Del Nuevo Telón
La seda esconde lo que se ha ofrecido, y la bondad,
en su húmedo retiro, desprovee de los favores recibidos.
Dejar escapar el barco que al llegar
al horizonte destroza mansamente
los países indiferentes del porvenir.
Como teas, y son edificios.
Ruiseñores sin ojos, banderas perfumadas,
cada historia enciende una máscara.
Dejar escapar el barco y navegar
muy cerca de él. Una pupila herida
por la desazón.
Acabarás con el sombrero roto.
Escucha: los nervios del trigo
los músculos de la tierra
saben tu nombre, y del mar
nunca volverás.
Olvidarás el placer,
los árboles no te hablarán
por los caminos del agua.
Pero algo se opondrá a tu cuerpo,
y separado de él, no conocerás
la condición peor.
La madrugada de tiza ya no se entretiene
en el adiós.
Quizá un poco más pálido,
casi ya sin pensamientos, se mira
en el mar intacto. Abre la boca
para seguir el rastro de sal.
El tiempo engaña, poco a poco,
al muchacho torpe de los sueños.