Tienes que quererme mucho más.
Por supuesto hago como que no la he oído. Entonces ella cierra el
paraguas y seguramente ahí se acaba todo.
Ella dice: este sitio es horrible.
Pero yo no puedo estar de acuerdo.
Ella dice: si mi avión se estrellase, ¿recogerías mis restos?
Hasta el último pedazo.
¿Qué piensa ella mientras tanto?
No lo sé. No lo dice. Y si lo dice el ruido de mi miedo es como siempre
demasiado grande y por eso no la escucho.
Pero ni el silencio ni las palabras.
Una fractura es una fractura.
Aquí y en todas partes.
- ¿Cuando estás solo piensas en mí?
- Sí, aunque no todo el tiempo.
Ella dice:
- ¿Qué es lo que te asusta tanto?
Él piensa todo el tiempo
y por eso no responde.
Piensa que hay preguntas que es mejor no hacer.
O respuestas que no nos merecen.
Además del disfraz geométrico de los edificios entre calientes farolas la duda móvil del mercurio los tejados traspasados por los besos pulverizados de las torres además la lluvia ante el espejo además
la aparición de los tiburones en los límites el labio perseguido
además pronto todo sobre el oro
además la evidente verdad que estás mudo como un resplandor que el zodiaco en el aire está enlutado en el desgarro extraviado eso es todo
además
recitar una invasión de centauros de piel hermosísima
recitar un cuerpo en la profundidad del tiempo las muestras de sangre el precipicio higienizado sobre la extensión de un día
cómo petrifica
un vidrio sobre la claridad de los que siguen un rastro y lo pierden naciendo de entre sus manos los cuerpos enlazados de los quince años monstruos ciegos
y lo que queda al dormirse
petrifica
ya consumido lo que madura o florece con el pensamiento
contemplar difícilmente a un niño o hablar con el valor con el que seguimos a la muerte
ceñirse además la corona del abandono sobre los restos fríos de un cráneo que aun susurra palabras de amor y crece escondido en el agobiante perfume de los jazmines
un mar blancuzco en la plenitud de sus amaneceres una feliz reunión sobre los cráteres que penetran en la luna
y además
saber que nada va a terminar en nadie ahora ni nunca
ser un pozo de fieras ser la amena travesía del vapor del sexo
una bandera con olor a zotal bajo los geranios rojos ser
además un ligero misterio que de alguna manera se va vedando y queda pendiente en el trazo de una costa o en la ropa que se nos queda prendida a los dedos sonreír como si fuera un panorama sonreír
entre tanteos, cunnilingus, catarsis, supermercados
para evitar pensar que el tiempo ya ha implantado su reinado y no nos importa
sobre todo que no nos importa
conjugaciones
violetas
pulsiones
témpera
para
el
sobre
todo
que
no
nos
importa
y para las voraces tizas de colores los cadáveres de la nieve tan pocos principios que den razón de nosotros éste loco fuego fatuo que traquetea en los huesos todo el viento es él
además
tan aupado desde niño
que no sabrá bajar del cielorraso alto signo humeante amigable pero no es culpa nuestra cuando el no saber sin hacer humo nos calcina mirad los arqueros se retiran de las estancias la evidente verdad de nuevo tiembla perdida en carnes maceradas lentamente el filamento de los cardos a la intemperie las pupilas arrojadas por la borda y un cántico de alguien que arropa a su cría, toca sus dedos, se decide bajo la cortina tupida de unos ojos que se van abriendo.