No sólo se necesitan muebles
entre el atardecer y la mañana
para guardar lo más voluminoso.
A las cosas pequeñas
también hay que buscarles
un lugar donde quedarse.
Mientras recuerdo y se hace de noche
cerca de mí los gritos de lo que ha empezado
no me dejan cerrar los ojos.
Queremos que en nuestras esquinas
haya siempre una carta vuestra,
sentada en los adoquines, esperando, como un niño,
que el viento la recoja y la lleve a donde ella quiera.
Demasiado tarde para arrepentirnos tan pronto de seguir haciendo las preguntas que nadie nos querrá responder.
Los verdaderos infieles son los que sólo hacen el amor con una parte de lo que tú eres.
Y niegan el resto.
La belleza es verdad; la verdad, belleza. Eso es todo
lo que sabes del mundo, y todo lo que necesitas saber.
(John Keats)
Eché un vistazo al cielo
De camino a casa
Para ver si por una vez
Lo pillaba en un renuncio
Es increíble esa constancia
Estar siempre preparado
Para echar a volar sus pájaros
Y como siempre
Bajé la cabeza al instante
Porque tengo la certeza
De que hay alguien
O algo
Dentro de nosotros
Encargado de castigar
Lo fácil
Lo inmediato
La de las gafas debe ser la tía Marisa
No recuerdo haberla visto nunca
Y no creería lo que me cuenta mi madre
Si no fuera porque existe ésta fotografía
Que parece certificar
Que un día estuvimos con ella
En un pueblo llamado Caudete
De ese lugar sólo me queda un recuerdo
El de un chucho
Corriendo a nuestro alrededor
Sin parar
Sin rendirse
Con esa lengua de color rosa
Cociéndose entre los dientes
Que me hizo pensar en un trozo
De jamón de York
Parecía contento
Como nunca he visto a un humano
Ese momento no es un estorbo
No se ha borrado de mi memoria
Ni me conduce al despeñadero de la nostalgia
Recibirás una carta escrita por una sombra al final del verano.
Pondrás una mesa donde se sentarán tus invitados a su sueño.
Llegará la sombra, y se quedará sentada en la hierba.
Entonces tú ya estarás lejos, y por eso te escribo.