O el insomnio provocado porque, en la balanza que marca las horas, lo que soñamos despiertos pesa más que lo que dormimos soñando.
Cuando te visitaban de niña los presagios...
Cuando también era pequeña la voz que nos habla...
Cuando añadías pasos a los pasos que perdías...
Cuando sin ser nadie cruzabas el pasillo a oscuras...
Cuando te peinabas en el espejo del aire...
Cuando estabas menos cerca de este ayer cada mañana...
Cuando el sol iba de verde en la primera página del primer día de ya sé pintar...
Cuando las puertas se abrían con un abrazo mucho más grande que tú...
Cuando sin duda te ibas a quedar, pero no, y te marchabas...
Cuando no esperabas, cuando eras toda cuerpo...
Cuando las manos desaparecían, pero te las encontrabas dentro de los bolsillos del abrigo, enseguida...
Cuando vivías tu exilio con galletas bajo la sábana rosa...
Cuando eras menos once días un año mayor...
Cuando no recuerdas, cuando no sabes...
...cuando te visitan, de nuevo, los presagios.