Niwemang
Tu canto me observa desde los confines de la nieve
yo no nací aun
la belleza no me es ajena
tú me ves desde los dos lados del sol
en el borde de los dientes guardas el eco de muchas luces
y todas las facetas del relámpago,
con las manos llenas de cal
vas repartiendo caminos
en los que no se amontona el dolor ni el espanto
yo lo veré, lo he visto,
Niwemang, rosa incandescente en la tormenta,
tu palabra acude a otros labios
y responde a la pregunta.
Las montañas en las que se blanquean
los inminentes límites de la fiebre
se borran
como espadas que descifran
una muerte
y ya todo es eterno excepto
tu voz
que cesa
y obliga a la tersa sangre de las estrellas
a posponer el alzamiento de los ángeles
a arrodillar el vapor de sus látigos
sobre tu cabello hermoso como el espejo
al que se van asomando
todas las tormentas del mundo.