Me reflejo en el chocolate, pero sólo las cosas de mayores atraviesan escaparates.
Lo peor de ésta injusticia, querido olor a lavanda, es que no sabe a nada...
Sellos Verdes
El sabor a sangre que perciben los que están olvidando
mientras atraviesan el inesperado túnel de una caja en medio
en la soledad del que se está yendo
naciendo como cera viva de los tiestos sin flor
o en la soledad del que no se queda
y derrama el perfume de las cartas de amor sobre las vías sin líneas de tren
para que esté allí, en los atascos de los aviones.
Los engaños de la ortografía de secundaria y el cielo
(éste mecano de plata bajo la sombra verde de la lámpara de mesa del despacho,
éste árbol tibio donde se posa el pájaro de la locura un poco antes del amanecer)
a siete pasos de la mentira de la carne, cuando todo es alma menos siete pasos.
Me dices que la primavera parte la calle en dos, me dices,
si se silba aquella melodía sin detenerse
aquella melodía sin deteners
aquella melodía sin detener
aquella melodía sin detene
aquella melodía sin deten
aquella melodía sin dete
aquella melodía sin det
aquella melodía sin de
aquella melodía sin d
aquella melodía sin
aquella melodía si
aquella melodía s
aquella melodía
aquella melodí
aquella melod
aquella melo
aquella mel
aquella me
aquella m
aquella
aquell
aquel
aque
aqu
aq
a
.
Aun llegamos tarde, me dices,
y tan tarde aun es tiempo.
Tan tarde, solamente.
Tan tarde que aun es ya.
Queremos nuevos ladrones. Identidades portátiles.
Habitar las casas de enfrente,
un jardín eléctrico de noche,
un jardín de piedra y zinc de día.
Un jardín iluminado en el fondo de una ola,
un jardín de carne y hueso contra nadie.
Queremos espaldas libres,
labios laicos, libros limpios.
Escuchar bien el calendario,
que lleguen las cartas que deseamos no haber escrito.
Queremos un jardín que aprenda a ser bar de esquina,
y un nosotros sin miedo (con cielo al fondo).
Un jardín que aprenda a caminar descalzo,
que dé frutos sin tos, que pida sombra.
Y que no sea el tuyo.
Y que no sea el mío.
Domingo: que salir al recreo por las ventanas, que (a veces) es mejor que nunca desde entonces.
Sábado: que hacer sonar una canción sobre la brisa en la que viajamos al sur desde el norte de vuestra lluvia, que repartir la noche y el día entre todos sus paralelos y sus meridianos y entre todos los abajos que viajan a nuestro lado.
Viernes: que mirarse a través de la pared desde detrás de los sueños para no despertar al 'aun'.
Jueves: que reconstruir los lápices, que rellenar las tizas, que tropezar tontamente en una sonrisa.
Miércoles: que dejarse el pan y comerse las migas. Que aun así, atragantarse.
Martes: que dejar por escrito lo que hay que borrar, que borrarlo y volverlo a escribir, que reescribir con buena letra en lo imborrable.
Lunes: que lo inmortal debe morir antes que comerse el alma con las manos, que nos perseguimos desde entonces. Que duramos menos, que nunca es mejor que desde entonces (a veces).
Sábado: que hacer sonar una canción sobre la brisa en la que viajamos al sur desde el norte de vuestra lluvia.
Viernes: que mirarse a través de la pared.
Jueves: que reconstruir los lápices.
Miércoles: que dejarse el pan.
Martes: que saber qué borrar.
Lunes: que lo inmortal debe morir antes.