Seguramente es la presencia de la sed
la pequeña lluvia que me acompaña.
Ahora he volado
contemplando mis nombres
con las luces encendidas
y sin embargo
no me dicen nada.
Seguramente
beben de mi sangre
o simplemente fueron
lo que hice con el miedo.
Se ha vuelto pájaro
la presencia, esta manía de ser sombra
para hablar de lo que no es
luz para hablar de lo que no conozco.
Seguramente
me invaden la paciencia
las cosas que no vuelven
y tiemblo.
Cuánto perdido
en la ganancia,
cuánto ganado en la pérdida,
cuánto pesa el lápiz que cuenta
y el vaso lleno.
Ser es inocente.
Aún me atrevo
a la sed de siempre
como si no pasara nada
cuando faltan las palabras
que van detrás de naufragio.
'diciendo una vez más
si no me enseñas tú no aprenderé
diciendo una vez más existe un último
atardecer de últimas veces
últimas veces de mendigar
últimas veces de amar
de saber no saber simular
un último atardecer de últimas veces de decir
si no me amas nunca seré amado
si no te amo ya no amaré nunca
un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo
moliendo el suero inalterable
de las palabras
una vez más aterrado
de no amar
de amar pero no a ti
de ser amado y no por ti
de saber no saber simular '
Importa no contar, no reducir a anécdota esa presencia que anima lo que fuimos bajo lo que somos. Desnuda de recuerdos, la memoria es más.
Así pues, detenida. [...] Para recuperar lo que fui. Detenida para recuperarlo. Ningún recuerdo. Antes del recuerdo, más allá de él. Escuchando, mirando, oliendo, quieta, muy quieta.
Porque cualquier gesto echaría a perder la magia. Sin imagen aún, sin visibilidad, la memoria es más, mucho más.'