O dragones. Y en sus alas de escarcha el merodeo de los largos dias de estio. Y en su dracma la efigie de Paris. Y en la mirada de salida el loco frigio que mentia palabras de metal para anillar el amor, y en el amor un lince. O dragones, la salvia crece en los jardines sin dueño, en la dolorosa recreacion de la naturaleza que aparece en la yema de nuestros dedos. No pertenecemos, solo estamos. Pasamos con los labios de aire, con las manos de aire, con las creencias de aire. Y no permanecemos, nuestra mirada no es un monte ni un rio. Nos vamos, con una caricia o un vapor. Y miramos un poco extrañados, mientras nos vamos, como no sabiendo de que iba todo aquello de la vida, sin aquella luz, sin el agua y los labios en que estuvimos solos...
Tiene la voz sangrante, casi como el corazon
y un nido de avispas en la boca.
Decide arquear las cejas con proposito de enmienda
y razona en los ojos mientras cambia las luces a su vida.
Menester es que guarde esa luz para el pasado y dibuje
lenguas relucientes como abedules con escarcha.
Abril es romper la ventana
abrazar las mañanas
Rodear de muertos los huecos de mi nostalgia
Nostalgia de tu recuerdo, 29... que hasta la leche caduca...