Serena cruza la puerta con su bolsa de basura
envolviendo al titan desencarnado, pulsa el boton
del viejo ascensor, el ascensor escucha atento
como se alza su peso en el ruido. En su yelmo roido
entra la mujer, algo despistada, rebuscando
en los diamantes de su boca encontrara
el marmol sombrio de la puerta,
de la acera, el marmol de alquitran
y una vez reelevada, apagara
la luz con un hechizo de gran ciudad,
de despreocupada espera. Solo por el sueño,
por el sueño a la espera la radio,
la sabana tranquila y la Esperanza
del sueño.
Esta todo en el despertar,
cuando se levantan los parpados
y apagamos la ternura del tiempo
esta todo entre tus brazos de sombra,
elevadores de amapolas, fuentes de viento,
caracoles de cuchillo de luna.
No suspires con el corazon de tus labios
sobre mis ojos de nieve, no digas con suspiros rojos
que es el dia de seda
porque un poco mas de mar viene lento,
sin escombros, sangra puro hacia nosotros
en la infectada claridad.
Espera, cuentame con tu silencio
la estriada paz del invierno
mientras te amo, y con
mi incurable amor,
enfermo siempre,
trasteo en tu carne como de niebla,
entre dos mundos
que solo se unen
y se comprenden un momento.
Estais todos aqui
y nunca mas dejare que otro muera
en vano.
Mis alas
mis arboles
mi pueblo
la vida
protejo.
Por el camino y es pronto para la helada
divinidad que brota de la tierra rodeada
por galopes de flores. Silba el rostro
que abre la puerta, cruza los sarmientos
de recuerdos que se deshilachan
a la luz de los maderos.
Trepidan los arcangeles en las ventanas
con sus plumas recien cortadas,
nos rodean con la precision
de la lluvia sobre la posada.
De pronto la felicidad.
Escondida como una raiz.